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  • Foto del escritorPato Ramón

A la cancha se va temprano

Actualizado: 21 jul 2020

A la cancha se va temprano

Es una obligación, un debe, ir a ver los partidos de las Reservas. Hay que estar ahí, pegado al alambrado. Con los ravioles en la garganta, o con el humo del asado tempranero, impregnado en tu campera. Hay que ser puntuales. Los pibes también se merecen jugar con público. No podes ir a la cancha cuando promedia el segundo tiempo del partido preliminar. No. Hay que ir y ver completo el primer partido de los domingos, el partido de las promesas del club. Y sobre todo, a los rivales, a esos hay que prestarles suma atención en los partidos preliminares.


Hay que presenciar a los futuros jugadores rivales que tendrás que putear en un par de años. Y sí, para eso hay que estar temprano, acomodarse no siempre en el mismo lugar, saberse las formaciones, nombre por nombre, y te digo más, sobre todo, aprenderse los sobre nombres de cada uno de los jugadores, y no solo de los titulares, de los suplentes también.


Otro de los motivos para ir temprano a la cancha, es que tenes que saber el apellido, no solo del árbitro, sino también de los asistentes, porque serán ellos los que con el tiempo dirigirán en Primera, entonces los debes tener recontra vistos. Más que eso, si te dan la chance de indagarlos, averíguales todo, el estado civil, si tienen madre, viva o muerta, si está casado, tiene hijos, en que laburan, orientación sexual, todo, entendes, todo, cada detalle suma al final para tener bien registrados los antecedentes de los hombres de negro.


Se debe conocer hasta su manera de dirigir, su carácter, los ademanes, si es de tarjeta fácil, o si se lo puede chamuyar. No hay que perderse ningún rasgo y detalle de estos tipos. Si los ligaron trompadas más veces de local que de visitante, si cobra penales dudosos, si se dejan presionar, si son “untables”, todo, no hay que dejar detalle librado al azar.


Con los jueces de líneas, es todo un tema. Hay que saber si les molesta que los escupas, si se prende con los de la tribuna en alguna discusión, o si, cuando los puteas, te hacen algún gesto sobrador, ya que de ser así, de nuevo, otra cadena de insultos incluyendo a todos sus antepasados, al grito desenfrenado de, “mírame, mira bien quien es el que te putea”. Así lo vas midiendo a estos turros, a ver si se anima y se da vuelta para contestarte. Si lo hace, que te mire, listo, has comenzado a ganar una batalla para toda la tarde, con un futuro, para el asistente, más negro que su ropa.


En verano, con esos calores que hace a la hora del primer partido, lo mejor que hay (con el dolor en el alma), es tirarles media jarra de vino tinto. No sabes el tufo que levanta a medida que se va secando la ropa. Eso es marcar territorio. Como avisándole que, “acá estamos, no boludies con el banderín”.


Es así muchachos, a la cancha se va temprano. Es más, hay que hacer las “divisiones inferiores de hincha” los sábados a la tarde, porque ahí se comienzan a engendrar estos cosos.


No te puede agarrar un domingo mirando el partido de la Primera, y no sabes el apellido, o el sobrenombre de N° 4 del rival. Noooo, eso no te puede pasar. Si eso te sucede, es porque no hiciste los deberes de ir temprano a la cancha años anteriores, entonces ahora te sorprendes al no conocer a un jugador rival. No es digno de un hincha que se considere como tal.


Vos ahí, pegado al alambrado, a dos metros de ese perro, y no sabes cómo dirigirte al chabón. No podes gritarle, “ey, vos, 4, sos malísimo marcando”. Naaa, el tipo no te da ni bola, se te ríe en la cara. En cambio, si vos le sabes toooodo el prontuario, la cosa cambia.


Entonces conociéndolo, y teniéndolo al alcance de la mano al N° 4, comenzas, “Rodriguezz, Rodriguezz hijo de remilpu…, Rodriguezz, ¿sabes quién se come a tu mujer cuando vos estás acá? Sí, a la Mabel, ¿sabes quién…?

Ahí el tipo para la oreja. Abre el ojo y te comienza a relojear. Porque le pegaste con el nombre de la jermu. Ese es el momento cuando comenzas a ganar otra batalla, una muy importante. Porque este Rodriguezz sabe que lo conoces, pero no puede individualizar la voz, y se comienza a poner loco buscando quién le grita cosas de su vida privada.


Sobre el pucho, otra, no le das respiro. “Rodriguezz, guampudo, no cabecies que la pinchas”. No le das paz, una atrás de la otra hasta que engrane. “Rodriguezz, gorriadazo por el Mono Lezcano…” (el Mono es el wing izquierdo nuestro y al que marca Rodriguezz). Y si por puta casualidad, o porque te tiraron el dato, acertas que el Mono Lezcano lo pasa buscar a Rodriguezz, bueno, el tipo se saca, no agarra una pelota, y la batalla es personal, tan personal, que viene y se pone cara a cara contra el tejido, y lo recibís con un gallo de caña Legui. Le ganaste. Dejas al equipo rival con uno menos. A eso le llamo colaborar con el equipo, ¿por qué? Porque le sabes el prontuario al rival por haber ido temprano a la cancha durante años y años, cuando este Rodriguezz jugaba contra nuestra Reserva.


Eso sí, hay que tener la precaución de irse un par de minutos para la otra punta de la cancha, cosa que si el tipo te ubicó, te pierda de vista. O te sacas la campera, te pones una gorra, y el guaso muere con su propio veneno por no encontrarte.


A todo esto, vos le sabías el nombre de la mujer, porque a ese N° 4 lo viste un par de años atrás jugando en la Reserva, una tarde que fuiste con tu hijo, y el pibe te comento, sin saña, como al pasar, “el 4 es el novio de la hija del sodero, la Mabel”. Entonces ese no es un comentario menor, nooo, para nada. Lo tomas porque viene de una fuente importante, sincera y veraz, como es la de tu hijo, y lo metes en el disco rígido de tu memoria para futuras ocasiones. Uno tiene que ir acumulando información para procesarla, y usarla en determinadas situaciones.


De paso, vas haciendo escuela con los hijos, que ahora están que vuelan, son mucho más rápidos que los padres. Los pibes hoy en día, te putean en más de un idioma, como fue cuando el Club Recreativo de los vecinos de El Embudo, trajeron un arquero extranjero, ¡a un grone de Senegal! Como estos morochos hablan francés, no dio la casualidad que uno de los pibes, que estamos “deformando” en la barra, sabía la lengua gala, y se le puso atrás de arco, lo volvió loco el pibe. Pobre senegalés, jugó dos partidos más, creo, y lo ves ahora en la plaza vendiendo baratijas sobre una manta.


¿Ves por qué es tan necesario ir temprano a la cancha? A primeras horas del domingo se comienzan a ganar los partidos desde afuera, y para eso hay que capacitarse yendo temprano, escuchando a los más grandes, haciendo lo que te dicen.


Hay situaciones en las que has estado involucrado, entonces le tiras el dato al del lado, y le decís, “el 9 de ellos, el Chavo Ferreyra, es el que le robo las gallinas a los Sánchez, gritaselo”. Tu ladero se trepa al alambrado, y comienza, “ey, ey 9, vos, si vos Chavo”, y si el tipo te juna, le tiras todo, “si, vos, Chavo Ferreyra, choro de gallinas, devolvele las que le robaste a los Sánchez”.

En ese caso no puedo gritarle yo al Chavo Ferreyra, porque también estuve en ese robo de las gallinas, entonces no da.


Entonces, a la cancha, siempre temprano. No como esos retardados (por la hora que llegan), que se te instalan a tu lado, y empiezan, “¿quién es el 8 de ellos, y el arquero nuestro es de las inferiores?”. Cuando en realidad, “al 8 de ellos”, lo expulsaron en el primer tiempo; y el arquero nuestro, es el viejo Carnevalle, que vuelve luego de seis meses después de una operación de meniscos.


Y siguen, “¿el árbitro es el colorado González que nos echó al Tupa hace tres fechas”? pregunta otro desubicado que recién llega, cuando claramente se ve que el referee no tiene un solo pelo colorado, ya que está totalmente rapado.


Entonces, primero no les contestas, y después, agarras tus trapos, y te vas unos veinte metros más allá, para dejar de escuchar un cuestionario innecesario de boludeces.


Por eso siempre discuto con los que se dicen llamar hinchas. Creen reunir la condición de tal, por estar al día con la cuota societaria; se hacen ver cuando está lindo para ir, pero con viento y llovizna no apareces nunca por la cancha; o postean en el Instagram alguna foto en la cancha, y hablan del aguante que le tienen al equipo. Cuando en realidad, no saben ni qué fecha llevamos del campeonato.


A parte, lo lindo de ir temprano, es que no hay nadie en la cancha, y podes putearte con los pocos hinchas que traen los visitantes. Cuando comienzan las Reservas a jugar, se escucha hasta los estornudos. Los árbitros y jugadores escuchan muy bien los insultos, y de a poco le vas comiendo la cabeza.


Entonces, ya saben, tu equipo te necesita, por lo tanto…

… a la cancha se va temprano.

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