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  • Foto del escritorPato Ramón

Al Diablo con las promesas

Al Diablo con las promesas

Diosito, te prometo que si la profe de matemáticas no me toma la lección, le haré los mandados todas las mañanas por dos meses a mi mamá, sin chistar una sola palabra.


Por favor, por favor, que Olave le ataje el penal a Pavone, si lo hace, ascendemos, y prometo rendir química de quinto año que me quedó previa y así obtengo el título de la secundaria.


Dios mío, Dios mío, que la tormenta se corte, que no llueva, que no caiga una gota por 48 h, ya que mañana festejamos los 15 años de mi hija. Si no llueve, dejo de fumar esta misma noche.


Un DT recuerdo que contó en una trasnochada que si salíamos campeones, iba a dejar de “ver” a la madre del arquero de la Reserva. Salimos campeones, y el tipo cumplió la promesa como un verdadero caballero. Claro, ahora sale con la hermana de ese mismo arquero.

El desesperado hincha dijo, casi por decir, que si River pasaba de ronda en la Copa Libertadores del 2015, prometió dar una vuelta a la manzana en tanga. Lo cumplió, pero luego se tuvo que cambiar de barrio.


Otra fanática, y en la misma instancia, prometió algo pasajero e incomprobable, poner una foto de Gallardo en la mesita de luz y besarla cada día.


Pero claro, son promesas pasajeras, del momento, como podríamos llamarlas, y no tiene parangón con el echo consumado, el que dura para toda la vida lo que se prometió, como en algunos casos lo son salir campeón, recibirse de ingeniero, terminar la casa o quedarse embarazada. No podes prometer hacer algo pasajero como puede ser raparse o teñirse, porque el pelo vuelve a crecer. O bajar 10 kg, porque después te los volves a cargar. Otra promesa pasajera puede ser, por más miedo que te dé, tirarte de un avión en paracaídas. Pagar un asado no es una promesa que duela, por más que el precio de la carne está por las nubes. O dejar de fumar, ya que en 15 días volves a agarrar el pucho por la desesperación del vicio que no podes controlar.


Una promesa, permanente, digamos, a la cabeza de todas las ofrendas, en estos tiempos, son los tatuajes, visibles u ocultos, ya que ellos quedarán por la eternidad mientras estés de pie, o acostado, cuando te pongas el sobretodo de madera.


Como esta tremenda promesa de tatuarse la cara de su suegra, por parte de un riverplatense, si River daba vuelta el resultado en aquel recordado partido frente a Lanús. Creo, en este caso Dios, o vaya a saber a quién le hizo el ruego, no le dio pelota por compasión, ya que tener a la suegra tatuada en su espalda, es peor mochila que no dar vuelta un resultado, aun de semifinales de Libertadores.


Y lo prometido es deuda hermana, y más te valga que no se enteren los Moyanos, Holan, o Bochini de tu promesa incumplida.

Para la próxima vez, si es que llega a haber una más, no prometas nada a cambio, solo pide. Aunque no creo que tu equipo vuelva a estar en una instancia final de copa, liga o campeonato, salvo que recapacites y cumplas con tu deuda.


“Que lo haga, que lo haga, vamos Barco, vamos Barquito, hace el penal, que si lo haces volvemos a ser campeones internacionales y seguimos siendo el Rey de Copas. Te juro por lo que más quiera, que si convertís el penal, y salimos campeones, esteee, eeeeehhh, a ver qué puedo hacer, aaaaah, siiiiiii, ya sé, me tatuó el escudo de Independiente en la espalda”.

¡Para qué! Esas palabras la condenaron a cumplir la promesa ya que el pedido fue mágicamente concedido, y Barco se llenó la boca de gol al convertir aquel penal en el Maracaná.

Barco incrusto la pelota dentro del arco en aquel penal que el árbitro Wilmar Roldán sancionó tras ser derribado Mezza dentro del área, e Independiente paso a ganar (luego el final fue 1-1 consagrándose igualmente campeón). El penal convertido con gran categoría por el juvenil Barco, sin uno poder saber si solo con eso, la categoría, le bastó para que la hinchada roja se llenara de gol la garganta, del diablo, o, si “algo extra futbolístico” también colaboró como para que el 10 del Rojo convirtiera el penal que le terminaría dando el campeonato sudamericano más allá del empate final que logro el Flamengo para cerrar el partido 1-1.

Sucede. Nos pasa seguido como en los casos descriptos. Ya sea por la necesidad de lograr algo, la desesperación, la emoción y la impaciencia para que se produzca o se logre tal o cual situación, lanzamos las promesas más increíbles e inverosímiles sin pensar si podremos luego cumplirlas con tal que seamos beneficiados con el pedido efectuado a Dios, al Señor, al Santo de nuestra devoción.

Entonces para lograrlo, ponemos en hilera a Jesús, San Expedito (y sus logros casi imposibles), San Cayetano (por la necesidad de trabajo), San Antonio (para las que buscan novio), o personajes míticos y populares como la Difunta Correa, el Gauchito Gil, o al mismo Maradoman (el Santo de los rebeldes)


Y en ese “algo extra”, del pedido, justo en esas dos palabras, se carga toda la promesa sin medir las consecuencias, muchas veces, o sin tener idea de si se puede o no cumplir, por el solo echo de una felicidad, muchas veces efímera, que dura demasiado poco.


¿Y cuándo ese “ser” ayuda, cumple o ejerce la fuerza necesaria para poder complacer con esa persona que pide, muchas veces desesperada, y ésta beneficiada luego no cumple? ¿Qué pasa, o qué imaginamos que pueda pasar?

En los casos deportivos, como algunos expuestos, es muy probable que ese equipo al que quisimos ayudar a través de un tercero mediante promesa, luego no cumplida, seguramente sea “duramente castigada” por incumplimiento. Pero ese castigo no cae de manera individual, o de manera personal, digamos. No, el que termina sufriendo es todo el séquito seguidor de ese equipo que fue favorecido por esa promesa luego quebrantada. Hinchadas frustradas, sin festejos por tiempo indeterminado. Que digo hinchadas, países futboleros maldecidos por las promesas incumplida. Y si no, recuerden por qué Argentina nunca más salió campeón del mundo. Hagan un poco de memoria.

La Virgen de Copacabana del Abra de Punta del Corral, conocida como la Virgen de Tilcara es la que no quedo para nada satisfecha con el equipo del Narigón.

Paso con la Virgen de Tilcara con los campeones del mundo del 86, que prometieron volver con la copa, y nunca lo hicieron. Así es que Argentina nunca más volvió a salir campeón de nada en fútbol.

Después, por medio de la Coca Cola algunos regresaron, pero fue toda una pantomima comercial queriendo justifica que la promesa de regresar se había cumplido, a cambio de un corto publicitario con los ex jugadores. Entonces, ojito con no cumplir lo prometido.


Por eso, y como caso testigo muy personal y familiar, a ustedes les digo, sí, a ustedes hincha de Independiente de Avellaneda, Rey de Copas, no piensen ganar una puta copa más hasta que mi hermana cumpla la promesa del tatuaje pendiente.

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