Era el partido anual que se venía jugando desde hacía más de cuatro siglos. Esta vez el que hacía de local era el equipo de Los Vampiros, por lo tanto la hinchada de los visitantes no podía ir a presenciar el partido. Nadie lo prohibía, en ningún lado estaba estipulado, como en estos días que las hinchadas visitantes no pueden ir a ver los partidos de su equipo cuando juegan de visitante, pero muchos por temor, y para resguardar sus vidas, no querían asistir.
Era la medianoche del 31 de octubre, Noche de Halloween, como habían exigido los locales que se jugara, y no como los visitantes querían, al mediodía, algo imposible de llevar a cabo por parte del equipo local. Jugar bajo la luz solar sería una segura derrota del combinado de Los Vampiros.
Estaba colmado, no cabía un alma más en el mítico estadio de Los Vampiros, el famoso Cementery Stadium Ultratumba. El campo de juego impecable, el césped era una verdadera alfombra, debido a que Los Vampiros lo usaban solamente para los partidos oficiales, ya que se entrenaban en la cancha subterránea que tenían debajo del mismísimo cementerio.
Muchas ánimas que no pudieron ingresar se quejaban del precio de las entradas en la reventa; algunas llegaban a valer hasta tres transfusiones de sangre. Se podían ver banderas de todos los barrios en los que tenía más ascendencia este equipo de Los Vampiros, como el B° Los Molares, B° Los Chupasangres, B° Colmillo y Hacha, B° Paladar Negro y Comisuras Rojas o el barrio del Matadero Municipal.
Había venido gente de las más diversas ciudades cercanas, y no tanto, algunas de las cuales conocidas como ciudades fantasmas, que se creía que habían desaparecido, como la ciudad de Chernóbil (Ucrania), Centralia, (Pennsylvania-EUA), Craco (Italia), y gente vecina de la localidad de El Embudo (Córdoba).
Como dije, se habían desplegado banderas marcando presencia de los barrios más populares, como también había otras con clásicas escrituras como, “Los Vampiros, pan y sangre”, emulando aquella famosa bandera de La Academia en la que se puede leer, “Racing, asado y vino”. Imitando a la bandera de la barra de Boca, “La Doce”, la que dice “No hacemos amistades con nadie”, había una extendida por la barra brava de Los Vampiros, Filial Passucci, que decía, “Ustedes son nuestros enemigos,…y víctimas”. Había otras en las que se podía leer, “Los Borrachos de la Alcoba A+ y Cero Rh negativo”, “Mi vieja y la sangre, el motivo de mi existir”. Y otros trapos presentes eran los que se leía, “La muerte por los colores”, “Alentarte le da sentido a mi muerte”, “De la cuna al ataúd”, “Me crié con biberones de sangre”, o “Te chupo toda”.
En la cabecera sur del estadio, habían dicho presente las hinchadas de los Diablos Rojos de Independiente de Avellaneda, del Manchester United, y Los Diablos Mexicanos, aunque éstos eran de un equipo de béisbol, pero igual se unían a la causa. Estas tres hinchadas, haciendo alarde de todas las copas que tenían en sus vitrinas, habían desplegado un par de banderas en las que se podía leer: “Traigan sangre que copas sobran”, y la otra que rezaba, “Copas sobran, pero chupamos de las venas”.
El humor y las ocurrencias en las escrituras de los trapos de la barra de Los Vampiros, no tenía límites, y hasta algunas eran usadas para enviarles algún mensaje intimidatorios a sus rivales, como, “Vas a correr, pero tu yugular será nuestra”, “No te raspes la rodilla que te chupo todo”, “Tu cogote está al dente, sabelo”, o la de profesionales amigos que decía presente con su pancarta “Odontólogos Afiladores Presentes”, “Banco de Sangre Canilla Libre, mi segunda casa”.
El aguante y el ingenio que tenía la hinchada de Los Vampiros, era único. Habían pasado por las malas con un par de descensos en su última década, y ahora se encontraban en la Primera A (A +), entonces disfrutaban a más no poder, y esto se podía ver en la alegría que emanaban en la previa de los partidos, donde no paraban de chupar los saches con sangre congelada, que solían acompañar con canapés de morcilla y alguna que otra gelatina de plasma.
Adentro del estadio se complicaba para conseguir algo fuerte para tomar, por lo que los muchachos ingresaban la mercadería dentro de los bombos, o camufladas entre las largas banderas. Así, litros y litros de sangre de los distintos grupos se bebían en el entretiempo, hasta terminar embriagados por el dulce néctar que les ofrecía el jarabe carmesí.
El equipo rival que jugaba este partido no era otro que el de Los Monstruos, que a decir verdad, contaban con la hinchada más numerosa de los equipos que participaban en el torneo organizado por la AIMA (Asociación Ilícita del Mas Allá). En esta asociación madre estaban afiliadas distintas ligas del interior como la Asociación de Los Muertos Vivos, liga que tenía la sede en el partido de La Matanza. Otras de las Ligas adheridas era la de Liga Regional Sangre Vencida, que tenía su radicación en Valle Muerto, muy cerca de la Pampa del Infierno.
Este partido tenía una particularidad, ya que se enfrentaban los clásicos rivales del torneo, era como el superclásico del fútbol del inframundo. El equipo visitante, el de Los Monstruos, era el favorito en esta nueva edición del superclásico, ya que venía de una serie de triunfos en las que había aterrorizado a los rivales con su juego. El plantel de Los Monstruos era muy numeroso, y no solo eso, estaba integrado por jugadores muy famosos, los que desde hacía varios años integraban el plantel de nuestra selección nacional, aunque todavía no habían podido ganar ningún título en los últimos quince años, ¡manga de muertos!
El DT del equipo de Los Monstruos, no era otro que Eel cordobés Astudillo, más conocido como el “Cara é Muerto”, aquel férreo marcador de punta que supo jugar en un célebre equipo de almas congeladas. Astudillo tenía algunas dudas en la formación del equipo titular y tendría que elegir los once de la siguiente lista: los Mellizos Zombi, la Momia, Frankenstein, el Demonio, el Fantasma de la Ópera, Jigsaw, Pinhead, el Hombre Invisible, la Criatura de la Laguna Negra, Regan Mac Neil, Jack Torrance, Jeepers Creepers, Damien Thorn, Xenomorfo, Conde Orlok, Michael Myers, Bogeyman, el Kraken, Predador, el Jinete sin Cabeza, Hannibal Lecter, Freddy Kruger, el Payaso It, Rec, el Hombre Lobo, Chucky, Ghostface, Gremlins, La Cosa, Cloverfield, Leatherface, Jason Voorhees, Michael Myers, Evil Dead, Candyman, Chop Top, el Cara de Cierre y el Jorobado de Notre Dame.
Entonces, con esta larga lista de jugadores, el Cara e’ Muerto justificaba el por qué se encontraba en lo más alto de la tabla, al poder contar con un plantel largo, y una diversidad de aptitudes entre sus más tétricos jugadores, los que saldrían a la cancha, como siempre, con un macabro plan táctico.
La Familia Sawyer había asistido al partido, como uno de los pocos hinchas visitantes, por invitación de Los Cenobitas, los que contaban con un palco de privilegio y que de ninguna manera se perderían el superclásico.
La Muñeca Annabelle, con la ayuda de Sara Morgan, era la encargada de hacer el recibimiento del equipo de Los Monstruos al ingreso de la cancha, quien había contratado a Las Succubus, para que hicieran de porristas, y pusieran un poco de color, pavor y atrocidad a la justa deportiva.
El local, los chupasangres, tenían la chance de desbaratarle la punta del torneo a Los Monstruos, más en esta ocasión en que los periódicos anunciaban que la posibilidad de que su máxima estrella, Drácula, volvería a la alineación titular, luego de sufrir fuertes dolores dentales a causa de una muela cariada que le prohibió alimentarse correctamente. El DT del equipo, el uruguayo Luis Suárez, no había confirmado la presencia del hábil volante ofensivo, por lo que seguramente permanecería en el banco de suplentes hasta que el DT así lo dispusiera.
Recordemos que Luis Suárez, actual DT de Los Vampiros, es aquel delantero que saltó a la fama, más por la famosa mordida en el Mundial 2014, que por sus goles. Histórica mordida que le valió que el presidente del equipo de Los Vampiros pusiera la mirada sobre él, y a decir verdad el uruguayo Suárez no dudó en hacerse cargo del plantel, claro está, sin antes poner dos condiciones básicas para su convivencia con estos personajes. La primera era que el equipo no podía negociar la entrega dentro del campo de juego, debería morder y morder en cada sector de la cancha. Y la segunda, que él seguiría tomando mates con agua, y no como se llegó a especular, que lo obligarían a ponerle sangre a la conocida infusión rioplatense.
Las formaciones de Los Vampiros saldría de un plantel no tan numeroso como el de su rival Los Monstruos, y ni hablar de tener las estrellas de aquellos, solo algunos de sus vampi jugadores eran realmente célebres en el mundo de la noche y el terror. Conocidos más por hacer alguna producción en los programas de Play Vampi, o por salir en alguna tapa de famosas revistas de chismes, dimes y diretes, en que eran expuestos por sus andanzas nocturnas, más que por lo que realmente sabían con la pelota.
Los crack vampiros no era otros que: Alucard, Hellsing, Blade, Vlad, Rayne, Sorin Markok (primo de Juan Pablo), Gabriel Belmont, Kain, Nosferatu, Chiquidrácula, el Chupacabras, el Conde Pátula y el Abuelo Sam Drácula que hacía las veces de masajista. Este equipo no tenía porristas, pero contaba con la bella Selene, encargada de afilarles los colmillos.
A último momento el equipo de Los Vampiros no pudo contar con algunas de sus figuras más promisorias surgidas de sus divisiones inferiores. Quedó desafectado Diente de Leche, por no contar con la autorización de sus padres, ya que era menor de edad, y recién había cumplido los 73 años de muerte.
Diente de Ajo, uno que jugaba de volante por derecha, no pudo ser de la partida ya que el Ratón Pérez, de una manera increíble, le había robado su dentadura, entonces sin su arma principal no podía decir presente.
Una sobredosis de glóbulos, linfas y tejidos, y sin poder coagular una hemorragia que esto le causó, al arquero titular, el conocido Mandíbula Batiente, lo dejo al margen del partido luego de 666 partidos sin faltar.
Los equipos ya habían saltado a la cancha y algunos se relamían por atacar a sus rivales. Los Vampiros lucían su clásica camiseta roja en la que se podía ver y leer en su pecho, como sponsor principal, “Banco de Sangre Licuada, abierto las 24 h”. En la parte posterior del pantalón mostraba la publicidad de una conocida pasta dental. La camiseta de Los Monstruos era de un triste color gris, con la propaganda de “El Tren Fantasma”, y mientras los titulares estaban prestos a iniciar el juego, los suplentes ya se habían colocado los chalecos de fuerza para permanecer en el banco de sustitutos.
El árbitro llamó a los capitanes de ambos equipos que se acercaron para realizar el sorteo de los arcos. El capitán de Los Monstruos, con una ristra de ajos colgada en su cuello, le entregó un atado de acelga y otro de espinaca, más una dieta macrobiótica al capitán de Los Vampiros, ironizándolo y diciéndole que deberían cambiar su alimentación; a lo que el Vampiro, malhumorado, mostrándole los brillosos y afilados colmillos, le contestó, “al menos hubieses traído un atado de remolacha, para poder hacer un licuado y que se parezca en algo a nuestra bendita sangre, elementos básico en nuestra dieta”.
El sorteo lo ganó el chupasangre, pero le dejó elegir arcos al capitán de Los Monstruos a cambio de que apagaran algunos reflectores, ya que la cancha estaba iluminada de una manera que parecía de día, y eso era contra producente para el rendimiento de Los Vampiros. La inquietud fue aceptada tanto por el capitán de Los Monstruos como el árbitro, quien hizo hincapié sobre el fair play, y que evitaran el juego brusco y no usaran este partido para alguna vendetta pendiente que siempre tenían los integrantes de estos clásicos rivales.
La parcialidad local no dejaba de alentar entonando su canción de guerra en donde su letra resalta que “el amor por la camiseta se lleva en la sangre”. Entre otros cánticos alentadores para Los Vampiros, se escuchó un, “...híncale el diente, capitán”. Chilenos desubicados hay en todos lados, sepan disculparlo.
El partido era muy disputado, y el marcador a pocos minutos del final se mantenía en cero. Le restaban quince minutos y el empate era un hecho, manteniendo así a Los Monstruos en la punta de la tabla a dos puntos de ventaja del rival de esta noche. Como restaba solo una fecha todo hacía prever que se quedarían con el torneo Clausura, ya que en la última fecha deberían recibir a su estadio, y con la hinchada de los zombis a su favor, al débil equipo de Los Lisiados.
El partido era un hervor, como decía Cabeza ‘e Buque, la pierna fuerte se ponía de parte de los dos bandos, hasta que en un momento el árbitro llamó a los dos capitanes para pedirles que aflojaran con las patadas, caso contrario se iban a comenzar a ir a las duchas. De manera enérgica se dirigió hacia los capitanes, tan vehementemente fue, que se le hinchó la yugular de un modo que el vampiro capitán no pudo con su tentación y ahí mismo, en medio del círculo central mientras el árbitro intentaba encausar el partido, le clavó sus filosos colmillos dejándolo seco en el verde césped, y haciendo que la hinchada local explotara de felicidad, babeándose en las gradas. El cuarto árbitro, con pocas ganas reemplazó al árbitro principal quien fue retirado del campo de juego por el servicio funerario de la empresa “Tu último viaje es gratis”, directamente, no dando lugar al ingreso del carrito que normalmente retira a los lesionados.
En esos pocos minutos que le restaban al partido, Suárez hizo llamar por uno de sus asistentes a la figura del equipo, Drácula, que estaba precalentando detrás de uno de los arcos pasándose el hilo dental en su dentadura.
Cuando Drácula se encaminaba hacia el banco de los suplentes para recibir las instrucciones de su DT antes de ingresar, la barra explotó con el clásico ¡oleeé, olé, olé, oleeeeé, Dracu, Dracu! Comenzó a bajar de las tribunas el mal aliento para Drácula, como sabiendo que con el ingreso de su máxima figura podrían marcar un tanto que les diera el triunfo, a escasos minutos del final, y arrebatarle la punta al equipo de Los Monstruos.
La parcialidad deliraba, sabía que era ésta la gran chance, con el ingreso de Drácula, para quedarse con el partido. Y fue así que no se hizo esperar, y sucedió lo esperado. Desborde de Nosferatu como wing derecho, ingreso al área, y el Payaso It lo cruza partiéndole la clavícula. ¡Penal!. Nadie lo cuestionó, y la chance de convertir y ganar el partido, estaba a doce pasos de la gloria del infierno. El encargado de patearlo no era otro que la estrella, el Conde Drácula.
Cuando estaba por patear el penal, el arquero sacó las manos de sus guantes mostrando en una mano una estaca de madera, y en la otra una cruz de plata, haciendo con esto, que Drácula se paralizara de tal manera que debió ser atendido de inmediato por la sanidad. Solo con una rápida transfusión pudo volver a ponerse de pie y ejecutar la pena máxima.
Con la jerarquía que nos tenía acostumbrado Drácula, a lo Antonín Panenka, transformó el penal en gol, lo que no solo le daba el triunfo final sobre Los Monstruos, sino que quedaban como únicos punteros del campeonato, a una fecha del final.
El último partido sería un trámite. Si bien, como dije anteriormente, Los Monstruos seguramente le ganarían al equipo de Los Lisiados, lo propio harían Los Vampiros con su rival del próximo domingo, que no era otro que el equipo de Athletic Club Sangre Vencida, que estarían en duda de presentarse a disputar el juego para poder así negarle a Los Vampiros el principal suministro de su dieta.
La parcialidad de Los Vampiros que ocupaba la totalidad del Cemente Stadium Ultratumba, rugía, deliraba por la victoria, y sobre todo, por la chance de tener al alcance de sus colmillos, perdón, de la mano, el campeonato que tantas veces se le había negado. Esta vez parecía que sí lo iban a lograr, por primera vez.
Pitazo final, y triunfo de Los Vampiros.
Hubo invasión de campo, algunos jugadores hacían el ritual de ir de arco a arco arrodillados. Otros estaban trepados a los travesaños despojados de sus ropas. Los más arrojados, se habían subido a lo más alto del alambrado y desde allí se lanzaban planeando como en sus noches de cacería en busca de la presa.
Más allá de la rivalidad que había entre estos equipos, que eran el superclásico de la liga Asociación Ilícita del Más Allá, esta entidad hacía, por obligación en muchos casos, y éste no era la excepción, que luego de los partidos se compartiera entre los dos planteles, cuerpos técnicos, dirigentes y la prensa, el famoso Tercer Tiempo, fomentando así, el fair play más allá del campo de juego.
En el bufet de la sede, la mesa estaba servida con abundante comida y bebida para todos. El líquido con el que estaban llenas las jarras parecía jugo de granadina, tal vez sandía licuada, pero no lo era. Había varios dispencer de bebidas en donde se podía leer debajo de cada pico vertedor las diferentes inscripciones diferenciando la bebida elegida: A- / A+ / B- / B+ / AB- / AB+ / 0- / 0+. Entre los platillos más solicitados estaban las empanaditas de plasma, albóndigas con linfa, arterias rellenas, venas saborizadas, sesos a la vinagreta, y algunos escabeches que el equipo de Los Monstruos, hambrientos como nunca, devoraron como chico hallado. Hannibal Lecter, despojado de su máscara, no dejaba de comer lenguas al ajillo.
Cuando todo estaba por terminar, debido a que la noche se terminaba, y el alba, con sus primeros rayos de sol, comenzaba a ser una amenaza para Los Vampiros, el Conde Drácula, ídolo máximo de la institución anfitriona, y autor del gol que casi le aseguraba el campeonato, se dirigió a los presentes con emocionadas y sentidas palabras, agradeciendo la presencia de la prensa, acordándose de sus antepasados de Transilvania, su patria chica, y de los rivales, nunca enemigos. El Conde se encargó de resaltar que el fútbol era solo un deporte, y más allá de los intereses económicos, y que muchas veces se mete la pata de más para lograr un gol para ser la figura y poder tener una transferencia internacional que le asegurara el futuro, nunca debían perderse de vista que el fútbol es el más lindo de los deportes, por juego y sobre todo, por las amistades que se consiguen.
Visiblemente emocionado, y sobre todo agotado, casi sin piernas (y alas) por el duro partido que se había jugado, fue cuando se le acercaron una docena de jóvenes vampiresas dispuestas a cederle sus cuellos para que sus colmillos disfruten del mayor festín. Rodeado por esas bellezas, fue en ese preciso momento, y vaya uno a saber por qué, el Conde Drácula se hizo la señal de la cruz al ver que a toda carrera se le acercaba el capitán de Los Monstruos, que no era otro que Freddy Kruger, portando en sus manos un banderín del córner con el que atravesó de lado a lado el corazón del famoso vampiro.
Los celos y la envidia para con el Conde Drácula no dejaban en paz al pobre Freddy Kruger. Nunca aceptó lo bien que jugaba al fútbol el vampiro, y menos, que siempre estuviera rodeado por bellas vampiresas.
El banderín, usado esta vez como estaca asesina, puso en tierra al chupasangre. Muchos dudan de su desaparición definitiva, y creen haberlo visto revolotear por la alcoba de Amanda Seyfried, la Caperucita Roja que habita el penumbroso, y siempre en tiniebla, Parque Sarmiento.
Comments