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  • Foto del escritorPato Ramón

Valbuena, Lucangioli, De Zaluar, ¿Quién los conoce?

Si te los nombro así, podes llegar a pensar que son integrantes de un trío de bochas, tal vez el nombre de tres cantantes sopranos, o por qué no, tres cocineros que aparecen en esos programas que ahora están de moda y los vemos en todas las pantallas.


A los que les gusta hablar sin saber dirán que son pintores, escritores, o tal vez escaladores del Aconcagua. Otros se atreverán a asegurar que son los maridos de las hermanas Kardashian, Kim, Khloe y Kourtney, pero no, no son sus maridos, ni siquiera sus admiradores.


Nada de eso amigos, nada de eso. Ninguno de los tres apellidos está relacionado con las artes, con la cocina o la farándula. Para nada.


En estos tiempos en que las estadísticas, los records y las actuaciones de los players en el deporte que sea, están al día, al instantes, con los porcentajes, goles, velocidad de cada vuelta, penales errados, triples convertidos, golpes conectados, etc., etc., es imperdonable que no hagan alusión a estos nombres que mencioné, y pocos, casi nadie, salvo sus familiares, los conocen.


Hoy casi todos saben los goles que hicieron tal o cual jugador; quien es el MPV de la NBA, el piloto más veloz de la F1 o el mayor bateador en la Major League Baseball.

Los chicos saben con exactitud los goles de CR7 en el United, el Real o ahora en la Juventus; los del Kun en el City y los de Carlitos en toda Europa. O, también, claro, cuántos penales erró el Gran Titán en la Copa América de Paraguay con la celeste y blanco.


Que LeBrón Raymone James, hoy, es la máxima estrella del baloncesto, todos lo saben. Hasta mi madre sabe que Roger es el máximo ganador en la historia del ex deporte blanco, aunque haga fuerza por el croata Nole Novak. Cualquier veterano sabe de las catorce defensas de Carlos Monzón, como también, que Diego Armando Sinagra fue una de los mayores fiascos deportivos de la historia.


Sabemos que el gol mil de Pelé lo hizo de penal, que Manu tiene 4 anillos con los fantásticos Spurs de Popovich, o que la Lucha con sus Leonas fueron lo mejor de la historia del palo y la bocha.


Pero, ¿de los que la van a buscar adentro? (reiteradas veces algunos) ¿De los que tiran para tres con un quince por ciento de efectividad? ¿Los que abandonan en las pruebas de clasificación y ni siquiera una carrera largan? ¿Los que se ponen los guantes con un record de 1-4-26 (ganadas-empatadas-perdidas)? ¿De aquellos que largaban al lado del fenómeno Bolt y perdían por más segundos de los que la bestia demora en hacer los cien metros?


De los otros, de los record negativos, de los que encabezan los peores registros de las estadísticas, de los amargos, de los que sufren estas alegrías de los rivales, de los que son vapuleados; de aquellos, que gracias a ellos, los otros aparecen en las tapas de las revistas y portadas más famosas, de esos otros, ¿quién se acuerda? ¿Quién los recuerda al menos con una línea o una pequeña mención?


Nadie amigos, nadie, o casi nadie, para no ser tan terminante.


¿Quién los recuerda? La verdad, quién sale en defensa de ellos, quién le hace una conmemoración por su esfuerzo, sacrificio, sabiendo de sus continuas derrotas, de sus magras marcas, de sus inexistentes antecedentes con gloria.


¿Quién amigos, sean sinceros, quién los evoca?


Por eso, en este escrito quiero reivindicar a los derrotados, a los que llevan todas las de perder, a los olvidados, a los del ex puesto “de los bobos”, más precisamente.

Sí amigos, esos tres apellidos del encabezado pertenecen, ni más ni menos, que a Arqueros de Fútbol que nadie recuerda y que ni en los libros de estadísticas son fáciles de encontrar, es verdad. Pero ellos estuvieron ahí, en el momento preciso, en la alegría de los otros. Fueron testigos privilegiados en momentos históricos. Espectadores de lujo en la primera alegría de tres que marcaron, marcan, y seguirán marcando la historia del fútbol mundial.


Ellos son, Valbuena, Lucangioli, De Zaluar, los desconocidos, los anónimos de la fama, los sin gloria, los que no figuran en las estadísticas o algún record históricos. Son ellos los ignotos y hasta despreciados apellidos por las tapas de las revistas más famosas, de las portadas internacionales o algún fondo de pantalla.


Por eso, una breve reseña, pensé, sería una manera de reivindicarlos, y a través de ellos, al resto de los vulnerados, los sin chances de ser recordados, salvo por alguna triste mención como les sucedió a estos tres desconocidos guardametas.


Esto es por y para ellos, a modo de homenaje.


Messi ha hecho tantos goles como goles seguirá haciendo en lo que resta de su carrera, y tal vez más aún. Pero no puedo dejar de mencionar al primer olvidado, al Sr. Raúl Valbuena, portero del Albacete que defendía, hace más de 15 años ya, los palos del Albacete español, y que fue él, el sufrido testigo del primer gol del rosarino como profesional con la camiseta catalana.

La cosa es que el portero de aquella noche recibe cada tanto una llamada en su móvil para recordarle dónde estaba el 1 de mayo de 2005. Messi, a los 17 años, 10 meses y 7 días de edad, convertía su primer gol. Tres lustro después, más de 700 goles, decenas de vueltas olímpicas y decenas de condecoraciones, Lionel sigue en el mismo sitio, el Barcelona, pero Raúl Valbuena hoy apenas si es entrenador del cadete del Real Zaragoza.


Rubén Alberto Lucangioli, de profesión arquero, en otra época, y feliz de jugar los viejos Campeonatos Nacionales, le tocaba defender la valla del San Lorenzo de Mar del Plata aquel 14 de Noviembre de 1976, en la que enfrentaba a los de La Paternal, sí, a los Bichitos Colorados que habían hecho debutar días antes, el 20-10-1976, a un tal Diego Armando Maradona. Pelusa le decían. Con tan solo 16 años y 15 días de edad comenzaba su romance con la red. Y fue ese día que el Sr. Lucangioli le toco sufrir (¿sufrir?) el primer gol del Pibe de Oro. No le alcanzó con padecer el primer gol de Diego, sino que además “se dio el gusto” de que el Pibe 10 le hiciera dos aquella tarde. Maradona declaró luego, "que había tocado el cielo con las manos", sin saber que hoy, a más de cuarenta años después, alguien, yo, se estaría acordando del nombre del arquero doblemente vulnerado en su debut con las redes profesionales. Hoy el comercio que le dejó su padre es el lugar donde alimenta las anécdotas Lucangioli, el célebre arquero que “disfrutó” de los goles de Maradona como espectador de lujo, por partida doble.


Un regordete Zaluar Torres Rodrigues, muy cómodamente veía cómo su equipo, el Corinthians de Santo André, era vapuleado con un 0-5 por el Santos. Su DT lo hizo ingresar para que participara en aquel partido, día en el que se conmemoraba un aniversario más de la Independencia con Portugal, un 7 de Septiembre de 1956. Curiosamente Edson Arante do Nacimento, Pelé, no había convertido ningún gol de los cinco de su equipo. Como esperando a Zaluar, para convertirlo en privilegiado, el Rey esperó su ingreso para convertir su primer gol en la primera división del, luego famoso, Santos. Pele tenía en ese momento 15 años y 250 días de vida. Después vendrían 1282 goles más (¿tantos?) del morocho delantero, con 119 hat trick incluidos, y sus 8 goles en un mismo partido cuando su Santos goleó a Botafogo 11-0 en el año 1964. Zaluar, modesto arquero, sin lo mediático que es el futbol actual, recurrió a medios caseros para que su minuto de gloria no cayera en el olvido.


Zaluar, transformado en jugador veterano con el paso de los años, lucía con orgullo en su buzo de arquero la leyenda “Goleiro Rei Pelé 0001”. Zaluar le puso alegría, como buen brazuca, a aquel acontecimiento del que pudo sacar algún rédito económico con el relato del acontecimiento y el marketing que producía Pelé. Muy a diferencia del Sr. Valbuena, que solo se agachó, tomó el balón y se lo llevó a su casa.


Ahí sigue, como su mejor y más importante logro “sufrido”, por el primer gol de Lio.

De los tres astros, prematuramente goleadores y luego crack, Pelé es el único que puede entender lo que es el sufrimiento de un arquero, ya que en un partido contra Gremio (19-01-1964) debió ocupar el puesto del guardavallas por la lesión del arquero del Santos, Gilmar, logrando un triunfo de 4-3.


Es así amigos, los olvidados de siempre tuvieron su recuerdo. Pero también les puedo asegurar que ni los tres arqueros juntos podrían haber atajado ni un penal a estos fenómenos del balompié

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