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  • Foto del escritorPato Ramón

Ya se viene Nochebuena, ya se viene Navidad

Actualizado: 27 ene 2021

“Ya se viene Noche Buena, ya se viene Navidad, para todxs lxs… el regalo de papá…”


Así rezaba aquella canción de cancha que terminaba con la dedicatoria del título a su eterno rival.


Pero esta Navidad será distinta. Muy distinta. Nada por festejar, nada para regalar. Ni sé si será Navidad, con eso les digo todo.


Por la crisis económica, (sin fin), por los que se fueron y no los pudimos despedir; por los laburantes sin laburo y por los jubilados cada vez más jubilados. Todo por culpa de esta pandemia que parece una peste de otros siglos, para manadas de otras eras.


Navidad rara, por los que no quieren que vengan, aunque otros quieren que vengan y no pueden traerlos a este mundo, y se dividen entre verdes y celestes. Por los alumnos sin egresos y despedidas; por los docentes maltrechos en sus casas-escuelas.


Nada que festejar para esos deportistas amateur con pretemporadas hechas en febrero, y que siguen sin competencia, entrenando vía zoom, corriendo los muebles del departamento, o los que tienen patio, atando al perro para que no les muerda la pelota. Todo muy raro para aquellos atletas que en esta Navidad no tendrán ganas ni de levantar una copa con champaña, un vaso con sidra, o una botella cortada con fernet y coca.


Navidad triste, y muy pobre. ¿De qué te vas a disfrazar, gordo Santa Claus? Ni los renos atarás a los trineos, si las bolsas están vacías. Aquellas viejas cartas de niños ilusionados pidiendo juguetes, ya no se escribirán. Seguro leerás algunas pidiendo volver a las escuelas o que a padres los vuelvan a tomar en la fábrica, o que la madre pueda abrir la peluquería. Habrá pedidos para que algún tío que trabaja de mozo, vuelva a atender en el restaurante con mesas adentro, y que a las pedicuras les comiencen a pedir turnos.


“Dame una alegría, quiero ser campeón (Feliz)…, sabes…, todo lo que siento, yo te llevo dentro, de mí corazóoooon…”, arengaban otros hinchas.


Por eso Gordo, no, no, a vos no Papá Noel, al otro Gordo. Al gordo en serio, no al rellenado para la foto, inventado por el comercio yankee. Al Gordo que se nos fue porque lo llamaba la Tota y Chitoro. A ese Gordo que lo cuidábamos y queríamos más los de afuera, los hinchas, su verdadera familia, que los que realmente debieron atenderlo.


Vos Gordo, que en otras épocas volabas como un barrilete de otro planeta, que cumplías con las promesas de regalos, aunque no recibieras cartitas de los hinchas. “Les voy a dar alegrías y campeonatos…”, y los napolitanos no dudaron en creerte, y cumpliste con la palabra, al pie de la letra. Al pie zurdo, por supuesto.


“Somos los primeros en llegar, y los últimos en irnos…”, tiraste ni bien pisaste tierras mexicanas. Y así fue, regaste con gloria esta tierra, y regresaste con la Copa del Mundo que nadie te había pedido, cartita mediante. Te disfrazaste de un Santa celeste y blanco, y cumpliste, otra vez, para que llegáramos a una Navidad feliz, y no como la que se nos viene.


Está triste el país, bueno, gran parte de él.


Entre la pandemia, pobreza, inseguridad, falta de trabajo, salud asolada, educación con escuelas vacías, nos están llevando al descenso, aunque anunciaron que lo han suspendido. Siento que estamos jugando en otra categoría, que no hemos descendido en el escritorio, pero sí en la cancha de la vida. Por esas escuelas sin niños, con los hospitales con médicos y enfermeras devastadas. Con las familias con más sillas vacías, por algún ser querido que ya no la volverá a ocupar su lugar.


Está triste el país, encima lo tuyo Gordo.


Dale Gordo, lo tenes ahí cerquita al Barba, hablale, decile que no somos tan malos como algunos nos quieren hacer creer. Decile que afloje, él ya te supo dar una mano, pero se la devolviste. Que te de la otra, rogale. Convencelo con una de esas jugadas para la eternidad que sabes hacer vos, Gordo querido. Dale. Entre nube y nube tirate una pared con el Barba, estoy seguro que te devuelve la pelota redondita, como cuando jugabas con el Turco y el Lalo.


Gordo querido, te voy a esperar toda mi vida. Donde vos quieras, eh, donde vos digas, si te parece bien, en Segurola y La Habana 4310, o en alguna canchita de barrio para que hagamos un cabeza.


Pero prometeme que vas a volver, porque acá te seguimos extrañando, y no hay remedio para este gran mal.


Ya lustré mis Borussia, y le puse una cartita en nombre de todos los argentinos, de esos que te queremos desde que le hiciste el caño al Chacho Cabrera. Una cartita pidiendo que volvamos a la normalidad, que no damos más. Pidiendo trabajo para el laburante, educación para la juventud, salud y justicia para todxs. Lo que cualquier pueblo necesita, lo que cualquier pueblo merece. Dale Gordo, dale una mano a diosito.


Amigo, así no se puede, volvé, te esperamos como a Tito en el cuento de Sacheri. Te necesitamos como a Goyco en el ’90, y vos ahí, a su lado, con el tobillo de pomelo.


Aunque la silla de mi viejo parece vacía, en las navidades siempre se da una vuelta. Entonces, dale Gordo, te preparo la silla, qué digo una silla… ¡un sillón homenaje celeste y blanco! Porque te fuiste, pero los reconocimientos por acá siguen cada día.


Dale Gordo, mi mamá ya puso una fresita en la heladera, sé que no me vas a fallar para brindar a la medianoche.


Gordo querido, “…dale alegría, alegría a mi corazón…”, como siempre lo hiciste al ritmo de Fito.


Dale Diego, volvé, aunque nunca te hayas ido


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